La bondad de tu corazón.
Tu figura se alza ante mí de forma imponente,
cortándome el poco aliento que me queda entre los labios
y provocándome un dolor insoportable en el pecho.
Tus ojos siguen brillando con intensidad
permitiéndome ver más allá de lo que en un principio me quieres dejar ver.
Mis labios aún doloridos y desconcertados pronuncian tu nombre una y otra vez sin cesar
mientras mi mente me repite una y otra vez que una ilusión no es sinónimo de realidad.
Y sin darme cuenta, quizás por propia voluntad o más bien atraída por algún tipo de fuerza extraña,
camino de forma apresurada para llegar hasta tus brazos y sentir el cariño de tu corazón.
Y es entonces cuando deseo morir entre tus brazos y fundirme entre tu cuerpo,
y ser testigo de que el tiempo no es nada más que una simple mota de polvo en la eternidad.
No me importa en absoluto si la lluvia cubre el cielo bajo el que nos cubrimos
porque para mí, ante mis ojos, si tú estas a mi lado siempre habrá sol, incluso en el día más gris.
Quiero alzarme una vez más en el aire, surcando los cielos junto a ti,
regalándote un mundo que es sólo para ti y para mí.
Y es que la bondad de tu corazón es el mayor regalo que una persona como yo puede tener.
Y cada gota de felicidad o tristeza que derrame será una gota merecida y nada desperdiciada.
Y si Dios sólo me concediese un día en esta vida no lo desaprovecharía,
pues más vale un día a tu lado que una inmortalidad sin poder estar junto a ti.
Akasha Valentine © 2010
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